¡Por ti y por todas las personas a las que quieres… hay que intentarlo!
Llega la Navidad, fechas entrañables en las que compartimos cariño, abrazos, regalos, comidas y bebidas con familiares y amigos. Es uno de los momentos del año más esperados, quizá los únicos días en los que algunas familias se pueden reunir.
Este año se plantea algo diferente con la pandemia. Es difícil actuar con el pensamiento haciendo lo que es correcto, y es muy fácil dejarse llevar por el corazón y la tradición.
Llevamos muchos meses, tanto los profesionales como las instituciones y los ciudadanos, intentando controlar esta infección, y poco a poco, con gran esfuerzo, vamos conociendo su manera de transmisión y su manera de disminuir los contagios.
Los estudios epidemiológicos sobre el comportamiento de la enfermedad indican que la mayoría de las infecciones se producen principalmente por contacto cercano y exposiciones prolongadas a las gotas respiratorias que contienen el virus, así como por la inhalación de aerosoles en suspensión y el contacto directo o indirecto con secreciones respiratorias infectadas. La transmisión se ve favorecida en lugares cerrados, mal ventilados, con afluencia de muchas personas y donde no se tienen las medidas de distanciamiento, higiene y prevención durante todo el tiempo, situación ésta en la que se ha demostrado que la probabilidad de contagio es muy superior a la que se produce en los espacios abiertos y bien ventilados.
Según los datos disponibles en España sobre los principales ámbitos de transmisión de los brotes, casi una tercera parte de éstos se producen en el ámbito social, sobre todo en reuniones de familiares y amigos no convivientes, y, en menor medida, en el ámbito laboral, siendo principalmente en lugares cerrados, como puede ser en domicilios o espacios interiores, en muchos casos mal ventilados, donde se habla en voz alta, se canta y no se hace buen uso de la mascarilla o se realizan actividades en las que es incompatible su uso continuo, como comer, beber o hacer actividad física.
En este sentido, se consideran eficaces: la limitación del número de personas no convivientes en las reuniones sobre todo en interiores, la recomendación de relacionarse en burbujas sociales estructuradas en grupos de convivencia estable, y la recomendación de salir menos y permanecer más tiempo en el domicilio.
Ante esta evidencia, se recomienda promover todas aquellas actividades que se puedan realizar al aire libre, donde la reducción de aforos no tiene que ser tan estricta. Y si se tiene que hacer en un lugar interior, reducir el número de personas y que se pueda garantizar una adecuada ventilación y un cumplimiento de las medidas de prevención e higiene.
La realización de este tipo de medidas se ha demostrado eficaz para controlar la epidemia, aunque ninguna de ellas consiga reducir el riesgo completamente. La distancia social es la única cercanía que nos cuida.
Leer estos datos y recomendaciones nos da que pensar. No podemos empeñarnos en hacer lo de siempre (divertirnos como siempre, abrazarnos como siempre, trabajar como siempre, relacionarnos como siempre...) cuando la circunstancia que nos rodea no es la de siempre.
No podemos empeñarnos en hacer lo de antes, tampoco podemos vivir continuamente con enfado y tristeza porque “no podemos o no nos dejan” hacer lo de antes. Habrá que adaptarse a esta nueva realidad y reinventar la Navidad que se nos aproxima. Llegan momentos entrañables, y no hay que desperdiciarlos o renunciar a ellos… hay que intentar aportar creatividad constructiva y plantear nuevos escenarios.
Especial mención y especial cuidado y atención merecen nuestros mayores, personas de riesgo importante, que no están acostumbradas a las nuevas tecnologías y a los que la soledad y la tristeza les pesa cada día más.
En estas Navidades diferentes nos podríamos plantear cosas diferentes…
— Cambiar las reuniones nocturnas por diurnas… Así aumentarían las posibilidades de hacerlas en espacios abiertos.
— Reducir el número de personas con las que voy a tener contacto, estableciendo mi grupo de convivencia estable.
— Cambiar las celebraciones de comida y bebida, en las que es preciso quitarse la mascarilla, por otras en las que no sea necesario: paseos y/o juegos en el exterior, juegos de mesa, proyectar fotos antiguas (nos harán recordar momentos agradables).
— Intercambio de menús entre las familias, pero que el momento de comer lo haga cada uno en su casa.
— Con la ayuda de los medios digitales, que la juventud ayude a las conexiones originales: videollamadas, videomontajes, música, retos…
Son cambios necesarios no muy difíciles de poner en marcha y que disminuyen el riesgo de transmisión y de contagio: aire libre, buena ventilación, mascarilla e higiene de manos y menos personas.
Colaboremos todos y todas en que estos días que se nos aproximan no tengan consecuencias negativas, sino todo lo contrario, que los recordemos con cariño, readaptándonos y pudiendo disfrutar de los pequeños placeres que a veces resultan invisibles.