La matrona o comadrona es la profesional que está al lado de la mujer en las diferentes etapas de su vida. Dicen que de su vida reproductiva, pero hay muchos asuntos relacionados con la salud de las mujeres que no tienen por qué ligarse de manera indisoluble a la reproducción. En el Centro de Salud Fátima contamos ya desde hace más de tres años con una matrona a jornada completa en el equipo (Cristina Triviño, autora del artículo, comadrona del C.S. Fátima y C.S. Yébenes), más dos compañeras dando apoyo dos tardes a la semana.
¿Cómo es el trabajo o las funciones de la matrona?
No solo se circunscribe a la atención a la mujer embarazada y recién parida, sino que nuestra labor es mucho más amplia.
Como enfermeras especialistas que somos, trabajamos en colaboración y en equipo con los diferentes compañeros del centro de salud: administrativos, facultativos, pediatras, enfermeras, trabajadoras sociales, auxiliar de enfermería... y por supuesto en coordinación con los hospitales de referencia, el Gómez Ulla, 12 de Octubre y/o centros municipales. También hemos colaborado con centros educativos de la zona ofreciendo talleres afectivo-sexuales, así como en cualquier evento en el que nuestra presencia pueda aportar la voz de las mujeres y de nuestra experiencia.
Cuidamos de la salud sexual y vaginal realizando educación sobre hábitos saludables y técnicas dirigidas a la prevención de enfermedades, como exudados y citologías. De hecho el cribado del cáncer de cuello de útero es realizado por nosotras.
Otros aspectos quizá menos conocidos pero igualmente importantes son la información sobre salud menstrual, fertilidad, sexualidad, detección de violencia de género, anticoncepción, apoyo al duelo perinatal, menopausia, suelo pélvico...
Claramente por lo que más nos conocen las mujeres del barrio es por nuestro seguimiento durante el embarazo, las clases de educación maternal y paternal y las revisiones postparto y los grupos de apoyo a la crianza.
¿Cómo ha cambiado la pandemia nuestro trabajo?
Mucho, empezando por la accesibilidad. Las recomendaciones nos alertan de que nuestro trabajo no puede ser todo lo presencial que venía siendo. También las pacientes tienen miedo de acercarse por el centro de salud, por lo que tardan más en preguntar o acudir. Se limitan las visitas a lo estrictamente necesario, urgente y que no se pueda posponer. Mucho de nuestro trabajo es ahora telefónico, y en ocasiones damos apoyo en tareas relacionadas con la COVID.
¿Qué situaciones derivadas de la atención durante la pandemia han sufrido muchas mujeres?
Mujeres pendientes de una citología (aquellas que estaban programadas han sido canceladas si no eran urgentes), madres que nos relatan cómo no han podido estar acompañadas en las revisiones habituales de ecografías o monitores (aquellos casos de noticias agradables o positivas se hace más sencillo, pero cuando el pronóstico no es el deseado o hay cualquier dificultad, esta soledad se puede hacer insoportable).
En este periodo nos han llegado relatos de partos maravillosos: mujeres que por la confianza en su cuerpo y capacidad, o con la recomendación de no ir si no es absolutamente necesario, llegan al hospital con el parto muy avanzado y sin complicaciones. Han sido atendidas por compañeros sensibles y humanos a quienes la coyuntura actual les ha provocado un aumento, si cabe, del amor a su trabajo y han proporcionado una atención de calidad, en el sentido más amplio de la palabra.
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'Ahora más que nunca,
las matronas seguimos trabajando,
seguimos atendiendo y seguimos cuidando'
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Pero desgraciadamente hay otros partos en los que el miedo de familias y profesionales ha implicado que el resultado no haya sido tan idílico: inducciones, separaciones (de pareja y del neonato), mascarillas, prisas, dificultad de comunicación, cambios de protocolos, miedo al contagio... Lo opuesto a lo que un evento como un parto necesita. Esto ha derivado en partos más intervenidos, más partos instrumentales, más cesáreas y por consiguiente una adaptación más complicada para la nueva situación de cuidado con el bebé. De ello se derivan problemas en el desarrollo de la lactancia materna, depresiones postparto, situaciones complicadas como ingresos de recién nacido o incluso la pérdida de ese embarazo.
Los problemas a los que hacen frente las mujeres embarazadas o recién paridas no han sido únicamente sanitarios. El teletrabajo, el confinamiento, la falta de movilidad, de contacto afectivo humano, las restricciones de visitas de familiares y amigos en un momento único, han influido y mucho en la vivencia de este proceso de maternidad.
Ahora más que nunca, las matronas seguimos trabajando, seguimos atendiendo y seguimos cuidando. Además de las llamadas telefónicas de seguimiento y valoración de cada caso para dar recomendaciones, resolver dudas, derivar con otros profesionales si es pertinente... atendemos presencialmente citologías y exudados o cualquier valoración que se necesite de cierta importancia, como enfermedades de transmisión sexual.
Seguimos viendo a la mujer embarazada como mínimo una vez en la gestación, aprovechando la vacunación recomendada o cuando se necesite saber sobre el bienestar de la criatura intraútero.
Además, somos pieza clave en el posparto, donde tantas mujeres necesitan apoyo emocional y cuidados relacionados con el postparto y la lactancia. Desde hace ya unos meses hemos iniciado el uso de la herramienta informática Zoom para continuar con la labor de educación maternal tanto antes como después del parto. Esta aplicación ha sido clave para poder generar, creemos vital, la vivencia entre iguales de un proceso con mil dudas e incertidumbres.
Como profesionales nos hemos tenido que reinventar, algunas veces de manera no institucional. Hemos creado a través de redes sociales o correo electrónico grupos de apoyo de mujeres que hemos parido más o menos en la misma situación de pandemia. Han sido recursos imprescindibles en los meses siguientes al parto, con los que nos hemos apoyado y hemos compartido experiencias. Cualquier vía es válida siempre que la pongamos en práctica con profesionalidad, cercanía y humildad.
Como premisa principal prima el respeto, no juzgar ningún tipo de crianza. Todas lo hacemos lo mejor que sabemos y podemos. Nadie sabe qué circunstancias nos llevan a tomar qué decisiones. Estos grupos han sido, como dice una de las integrantes, “un oasis en el desierto”. Compartir experiencias, disponibilidad 24/7, normalizar situaciones, complicidad, mucho cariño, humor, información veraz y, ante todo, tribu.