Ante esta “nueva normalidad” que vivimos, no parece resuelta en nada la crisis sanitaria en que nos encontramos, con nuevos brotes, y teniendo en cuenta que las medidas de seguridad hay que mantenerlas, pues si no podemos volver a la saturación de los hospitales y a vivir de nuevo la pesadilla de los fallecimientos a causa de un virus que nos está poniendo en una situación hasta ahora desconocida.
Pero tratando de ver lo bueno de la llegada del coronavirus, se está creando una mentalidad o atmósfera en la que se comienza a poner en el centro de los países la salud y la vida de las personas. Eso tiene importantes consecuencias. Por resaltar algunas: ya no se podrá decir que es más importante la economía o los intereses económicos de unos pocos, justificar la guerra en aras de esos espurios intereses o justificar los recortes en la salud. O veremos cómo se justifican los precios astronómicos en medicamentos básicos y se especula con los mismos. Esperamos que la población que aplaudíamos nos plantemos.
Resulta patético ver cómo en determinados países que no han resuelto el aspecto sanitario ni el económico se trate de proteger a la población con el confinamiento cuando no hay medios económicos para esas poblaciones ni recursos sanitarios suficientes. Se ven claramente las contradicciones.
Si ponemos la vida de las personas en el centro de todo y como prioridad absoluta, también tendremos que preocuparnos por lograr que las necesidades esenciales estén cubiertas en toda la población, y por supuesto la salud mental, un tema que sería importante tratar a fondo en otra ocasión. Desde luego, si la importancia de la salud es algo prioritario, el estado anímico es más que vital, y desde este confinamiento se ve la debilidad psicológica en que nos encontramos los seres humanos. Es improrrogable encontrar el sentido y superar este materialismo egoísta, la falta de cooperación y la competitividad que nos ha inoculado este sistema ciertamente enfermo.
Pero a pesar de todo, el ser humano siempre se levanta y renace de sus propias cenizas como el ave fénix.
