Es paradójico: la cumbre del clima se tenía que celebrar en Chile, un país modelo económico y de desarrollo del sistema capitalista. Siempre en Sudamérica se lo ha visto como un ejemplo en que mirar e imitar. Pero mira por dónde cuando uno visita ese país lo primero que observa es un lugar con buenas carreteras, edificios, infraestructuras, hospitales, universidades, pero en el cual la mayoría no tiene acceso a nada si no se endeuda. La educación hay que pagarla, la sanidad también y la situación de la población es paupérrima. La gente, ante unos estudios o una enfermedad, tiene que pedir un crédito y se endeuda de por vida. ¿Cómo extrañarse por las revueltas cuando no se tiene nada, y nada que perder?
¿Cómo entonces se puede plantear como tema prioritario el clima, ante el huracán de descontento, de miseria, de falta de atención a las necesidades de las personas? ¿A quién le puede preocupar el clima, cuando el clima mental es opresivo, asfixiante y sin futuro? ¿Qué futuro se plantea a los miles de refugiados, por ejemplo? ¿Y qué se dice en esta cumbre sobre el desarrollo armamentístico y que se hayan roto los acuerdos de armamento nuclear? ¿O no afecta eso al clima? ¿Por qué los que tienen el monopolio de lo nuclear siguen creciendo y ampliando su arsenal con el peligro que eso supone? No negamos el desastre ecológico, que lo es. Pero primero hay que ver que es producto de un voraz capitalismo que no tiene límites y al que no le importan las personas. ¿Por qué no se trabaja por atender el desastre humano, la desigualdad, la violencia en todas sus formas?
Así, no esperamos nada de esta cumbre, porque está mal planteada en cuanto a prioridades. Si nos preocupamos por nuestra casa, que se cae, antes tenemos que preocuparnos por las condiciones en que viven las personas de esa casa. ¿O primero será atender que la casa no se caiga aunque se mueran las personas que la habitan?