El dinero emigra, las personas no
Este mes celebramos en primer lugar las medidas de reequilibrio territorial aprobadas por el ayuntamiento de Madrid. Eso hará que se ayude un poco a barrios tan deprimidos como es el caso de Carabanchel en muchos de los problemas y carencias que aún persisten. Por otro lado, también destacamos y ponemos rostro en este número al drama de los desahucios, que tanto han castigado y siguen castigando al Distrito. Y resaltamos la labor diaria de las profesionales de la enfermería, de ayuda a las personas, un cometido muy importante en cuanto a cuidados, atenciones y seguimiento.
Esperamos que vayan saliendo iniciativas que nos hagan mejorar, pues si hacemos un repaso a lo que ha ocurrido en este último mes, desde luego no es muy halagüeño. Nos referimos a la actualidad a nivel general, donde no parece que avancemos mucho.
Pero viendo lo positivo, aplaudimos que se sepa dónde se esconden una pequeña parte de los dineros, para no tributar y de esa manera no aportar al bienestar general. Felicitamos a los periodistas que han destapado la trama de “los papeles de Panamá”, pues nos permite saber quién es quién, así como el nivel de coherencia de cada uno.
Desde luego, si se decidiera acabar con los paraísos fiscales, conseguiríamos que se pudiera distribuir mejor la riqueza. Pero este sistema tiene sus contradicciones profundas, que dan lugar a estos desequilibrios de los que hablábamos al principio, desequilibrios de todo tipo. Los grandes referentes de esta sociedad se guardan bien el culo (el dinero), mientras el resto nos quedamos con el culo al aire.
Pero claro, como decíamos en otra ocasión, el dinero es Dios, excepto en la muerte. Ahí todos somos iguales, a no ser que uno pueda comprar el cielo por parcelas, o como dijo un político: “tomar el cielo por asalto”.
En resumen, tendremos que superar el egoísmo de esta Europa encerrada en sí misma y con barreras y muros hacia las personas. Pero el dinero circula libremente y sin problemas, sin barreras ni concertinas.