En nada empezarán obras en la plaza Tirso de Molina y aledaños, que coincidirán con la transformación de la plaza Jacinto Benavente. Tal y como se indica en prensa, consistirá en: “la restauración completa de la plaza y la remodelación de las calles adyacentes con el objetivo de suprimir las barreras arquitectónicas existentes para garantizar la accesibilidad, eliminar fondos de saco y espacios inseguros, renovar el mobiliario urbano y los juegos infantiles y lograr una mejora ambiental mediante más espacios verdes y nueva jardinería. En definitiva, hacer de este entorno un espacio más habitable”.
El listado de nuevos mobiliario y equipamientos da a entender que la plaza terminará colmatada, ya que se respetarán la fuente, los quioscos de flores y las terrazas de los restaurantes (cómo no) y se ampliarán las jardineras.
Esto genera la duda sobre la pervivencia de algunas actividades. Quizás podría afectar a los puestos de propaganda de diversas organizaciones políticas, sindicales y populares, que llevan más de 45 años instalándose cada domingo. Pero éstos ocupan poco y una vez a la semana. En realidad, lo interesante es que supone la inclusión del concepto “espacios inseguros” en las estrategias y objetivos a conseguir, en relación con la expresión “mejores espacios habitables”.
Ya hace tiempo que se habla de diseñar espacios que prevengan la actividad delictiva o al menos no favorezcan la realización de actos incívicos. En un recomendable artículo del digital TECNNE se sugiere que la seguridad no debe ser un aspecto secundario o añadido después en el diseño y construcción de espacios urbanos. En cambio, debe integrarse desde el principio en todas las fases del desarrollo urbano.
¿Y por qué se ha vuelto tan importante ahora? Quizás es sencillo de entender.
Podría tratarse de un aumento del interés por expulsar a las indigentes que residen de forma casi permanente y agrupada entre Tirso de Molina y Jacinto Benavente y que deslucen el entorno y molestan a los visitantes y a la actividad económica del lugar.
Tras el fracaso de las políticas sociales y la ineficacia de las esporádicas acciones policiales, se recurre al diseño urbanístico y arquitectónico para “convencer” a estas personas de que estarían mejor en otra parte. Si se anulan sus espacios de convivencia se esperará que se separen y se difumine su presencia. Al menos hasta la hora del rancho, posiblemente en el Comedor Ave María.
No dudamos, en absoluto, de la necesidad de renovar estos espacios y las calles que los conectan. Pero no se entiende que en la reforma no se contemple la erradicación de los “comportamientos incívicos” de las hordas de turistas (locales y foráneos) que cada noche convierten estas zonas en un inmenso meódromo y basurero, complementado por la contaminación acústica de su diversión, permitida 24/7.
Éstos no son los espacios inseguros que preocupan al Ayuntamiento. Al fin y al cabo, es un insignificante precio que están dispuestos a pagar por ser el mayor destino ¿cultural? del mundo.
[TECNNE (2013): ¿La inseguridad urbana, es tema de la arquitectura? - Tecnne | arquitectura y contextos]
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