En 2020, la prensa se hacía eco sobre la concentración de nuevas iglesias en el polígono industrial de Aguacate de Carabanchel Alto y se acuño el término “la milla de oro evangélica”, por la fe profesada mayoritariamente.
Actualmente, centros religiosos ya consolidados como la Evangélica de Salem y la Betel conviven “pared con pared” con las iglesias Pasión de Cristo, Jesús es mi Salvador, Abundante Vida, Casa del Padre, Cristiana El Elyon, El Rey Jesús, Adventista del Séptimo Día, La Vid, Cristiana Sedientos de Jesucristo, Mais de Cristo, De Su Presencia, Comunidad Apostólica Hosanna, Ministerios Ebenezer, La Comunidade Evangélica Internacional da Zona Sul, Reconcíliate con Dios, Casa Apostólica Oasis de Su Presencia, Centro Cristiano Adoración Viva y con la Presbiteriana Pentecostal.
Aunque su presencia no se limita a esta localización, tenemos decenas diseminadas por el resto del Distrito y conviene recordar que la localización de centros religiosos está permitida en cualquier suelo urbano. En nuestra historia urbana, la religión siempre ha estado presente, a través de la tradicional iglesia católica, alrededor de la cual se había creado y/o consolidado el crecimiento de la población.
El desarrollo de los ensanches trajo nuevas parroquias apostólicas. Y así, con el PAU de Carabanchel, se han establecido dos iglesias para asistir a los nuevos feligreses, aparentemente alejados de la parroquia tradicional.
Mientras tanto, otras confesiones (y alguna variante católica) han ido surgiendo en Madrid discretamente. Pero el hecho de que sus seguidores vivieran diseminados por la ciudad ha eximido a esas iglesias de situarse en un lugar concreto iniciando, sin querer, el proceso de “deslocalización religiosa”.
Ha sido el gran crecimiento de la fe evangelista y su pluralidad de Iglesias la que ha consolidado este fenómeno, y lo ocurrido en Aguacate es el paradigma. La razón básica y única parece seguir siendo los bajos alquileres de los locales y naves. No importa que en el local de al lado se fabriquen persianas o sea una casa de apuestas.
Hoy están ahí y mañana ya se verá, confirmándose que el uso de locales comerciales, naves y hasta garajes es circunstancial y responde a la capacidad económica de la congregación. Sin embargo, su objetivo, como no puede ser otro, es la estabilidad, una vez consolidada su labor evangelizadora, de feligreses y de recursos.
Sin ir más lejos, Betel lleva décadas en el Alto y la Iglesia Evangélica de Salem ha ido mudándose a locales cada vez más grandes, hasta la construcción de su centro religioso de 4.700 m2, que alberga todo tipo de servicios religiosos y sociales. Hasta la fiesta de fin de año 2024 con churros y todo.
Y ésta y otras consolidaciones de centros en el área sí comienzan a generar interacciones con el entorno, como la necesidad de refuerzo en el transporte público o la de aparcamientos en una zona acostumbrada a “dormir” los fines de semana. Al final, es posible que su reino no sea de este mundo, pero es innegable que a Jesús también le gusta Carabanchel.
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