Con hasta 300 millones de receptores olfativos, en comparación con 10 a 20 millones de células olfativas en humanos, los perros están en una posición única para ayudar en la detección de enfermedades. Este estudio pionero, que explorará la sensibilidad y la especificidad del olor, prepara el escenario para que los perros ayuden en la misión de detectar COVID-19, particularmente entre pacientes asintomáticos o entornos hospitalarios o comerciales donde las pruebas son más difíciles.
Por ejemplo: Se ponen dos recipientes con 1.000 l de agua y a uno le echamos 1 kg de sal (prácticamente inodora), y un perro, debidamente condicionado, lo puede detectar sin problemas. Es fácil enseñar a un perro a discriminar entre 1 kg de sal o ausencia de sal, pero a lo mejor no es tan fácil enseñarle a discriminar entre 10 g o 0,2 g de sal, o a lo mejor resulta imposible esta discriminación. El problema está en las variables que afectan al posible entrenamiento o condicionamiento de los perros que pretendemos que sean capaces de detectar la COVID-19.
Supongamos que las personas asintomáticas con COVID-19 huelen diferente que las que no lo tienen, y que ese olor es único, es decir, no es igual al de otros COVID o al mismo virus de la gripe u otras enfermedades víricas. No olvidemos que los virus son genes (ADN o ARN) rodeados de proteínas, son acelulares, por lo tanto no son “bichos” o animales unicelulares. Así que debemos aislar ese virus y comprobar que el olor que emite su contenido es diferente y único.
Desde hace meses, diferentes estudios están poniendo a prueba la capacidad de los canes para detectar las personas infectadas por coronavirus mediante el olfato. Todos estos estudios parecen estar teniendo bastante éxito, pero hasta ahora no había un estudio amplio revisado y publicado para poder evaluar la verdadera efectividad de este método de detección, que supondría una gran ayuda en lugares concurridos como los aeropuertos.
El objetivo de este estudio ha sido evaluar si los perros entrenados podían discriminar entre muestras de sudor de personas contagiadas de COVID-19 (PCR positiva) y muestras de personas no contagiadas (PCR negativa). Tras todas las pruebas realizadas durante las primeras semanas, los perros tenían entre un 76 y un 100% de precisión en la detección de COVID-19. En los últimos meses, los investigadores han mejorado sus técnicas de entrenamiento para que los perros ahora, en promedio, puedan identificar a las personas con COVID con un 95% de precisión, y algunos lo consiguen con un 97%.
Los compuestos orgánicos volátiles (COV) que se desprenden de las muestras de sudor son una mezcla compleja. Entonces, es probable que los perros estén detectando un perfil particular en lugar de compuestos individuales. En los experimentos alrededor del mundo se han utilizado muestras de orina, saliva y sudor. En países como Chile, Francia o el Reino Unido llevan tiempo ayudándose de unidades caninas para detectar aquellas personas contagiadas por coronavirus. Ahora, si uno aterriza en el aeropuerto de Helsinki, la bienvenida te la dan una serie de perros perfectamente adiestrados. Estos perros parece que son capaces de detectar el coronavirus.
El sudor no transmite la COVID, pero la COVID sí altera el olor: “El virus no huele, pero cuando invade el cuerpo éste reacciona y provoca unos olores peculiares que quedan impregnados en el sudor, la orina y hasta la saliva. Y nosotros hemos escogido el olor porque es inerte”.
Los resultados por el momento son prometedores. Los animales son capaces de distinguir entre la saliva de una persona sana y la de un enfermo de COVID-19. La ministra de Defensa alemana ha explicado que los perros no pueden oler el virus en sí. Pero identifican los cambios bioquímicos que produce el coronavirus en nuestro cuerpo. Éste no es el único ensayo europeo que convierte a los perros en auténticos detectores de la enfermedad. Otro experimento en Francia que detecta el virus en el sudor de los enfermos también avanza de forma positiva. En ambos casos habrá que esperar meses para confirmar la fiabilidad de estos experimentos.
Todavía no se sabe con certeza qué provoca este olor, ya que puede provenir del propio virus o de los cambios que éste genera en el organismo (el coronavirus no solo afecta a los pulmones, también a los vasos sanguíneos y a los riñones, por ejemplo). Pero el sentido del olfato de los canes es tan preciso que el más mínimo cambio en el metabolismo de una persona asintomática no pasa desapercibido para ellos.
Un solo perro con entrenamiento podría ser capaz de rastrear hasta 240 personas en una hora. En España, el proyecto Kanary se plantea rescatar a 400 para convertir al mejor amigo del hombre en el mejor aliado contra la pandemia. Una vez más, amigos, nuestro mejor amigo vuelve a servirnos desinteresadamente para ayudarnos a salvar la vida. Respetémoslo.
[Artículo dedicado a todos los que desgraciadamente no están con nosotros al perder la batalla contra la COVID.]
Ruth González Liria
elperrofelizderuthgonzalez.blogspot.com.es