En verano las temperaturas aumentan y las horas de sol que recibimos también. Es cuando una parte importante de la población coge vacaciones y nuestra exposición a la gran esfera ardiente aumenta.
La exposición solar tiene efectos beneficiosos en nuestra salud:
— Efecto antiinflamatorio, importante en algunas enfermedades dermatológicas
— Favorece la epitelización y la circulación. Promueve la cicatrización de lesiones en enfermedades como psoriasis y dermatitis.
— Ayuda al organismo a la generación de vitamina D, fundamental para la mineralización de los huesos y de los dientes. Es importante exponer la cara, manos y brazos durante 15-20 minutos al sol sin protección, siendo la mejor hora de 10:00 a 12:00.
— Ayuda a prevenir y controlar el acné.
— Más defensas para nuestro cuerpo, ya que aumenta el número de glóbulos blancos.
— Ayuda a rebajar el colesterol participando en su metabolismo.
— Baja la presión arterial por su efecto vasodilatador.
— Ayuda a definir los ciclos de sueño participando en el metabolismo de melatonina.
— Mejora el estado de ánimo promoviendo la síntesis de serotonina.
Pero no todo lo que aporta el astro rey es positivo. Influye en enfermedades y lesiones principalmente dermatológicas, desde irritación leve de la piel a envejecimiento prematuro debido a destrucción del colágeno y aumento de riesgo de tumores cutáneos, especialmente melanomas.
La incidencia de melanoma cutáneo en España está aumentando. Entre 2002 y 2022, ha pasado de 10,5 a 16,3 casos en mujeres y de 10,8 a 14,6 en hombres, lo que supone un incremento anual del 2,5% y del 1,6% respectivamente.
¿Qué podemos hacer para reducir el riesgo de desarrollar un melanoma cutáneo?
La Academia Española de Dermatología y Venerología (ADEV) recalca la importancia del uso de fotoprotección adecuada, ya que el riesgo de melanoma en la edad adulta se duplica si en la infancia o la adolescencia se sufrieron quemaduras.
La AEMPS (Asociación Española de Medicamentos y Productos Sanitarios) lanza una serie de recomendaciones:
— No permanecer mucho tiempo al sol, aun usando producto de Factor de Protección Solar (FPS) alto, y evitar la exposición solar entre las 12:00 y las 16:00.
— No exponer al sol a niños menores de 3 años y protegerles con ropa, sombreros, gafas y protectores solares de FPS alto, que sean especiales para niños y resistentes al agua.
— Utilizar un protector solar que proteja al menos frente a la radiación UVB y UVA.
— Elegir un protector solar adecuado para cada tipo de piel o zona del cuerpo (crema, spray, leche, gel), teniendo en cuenta el fototipo, la edad y las circunstancias de la exposición solar. Emplear un FPS más alto en las primeras exposiciones.
— Aplicar el producto generosa y uniformemente sobre la piel seca media hora antes de la exposición al sol y repetir cada 2 horas y después de transpirar, bañarse o secarse.
— Extremar las precauciones en las partes del cuerpo más sensibles al sol: cara, cuello, calva, hombros, escote, orejas, manos y empeines.
— Proteger también la piel con ropa y sombreros y los ojos con gafas de sol, hidratarse bebiendo agua frecuentemente y aplicarse crema hidratante sobre la piel tras la exposición al sol.
— Los alimentos también son esenciales para cuidar la piel, por lo que es recomendable la ingesta de zanahoria y tomate, frutos rojos, aceite de oliva, semillas y pescado, aguacate, frutos secos, té verde, chocolate.
— Hacer hincapié en que cualquier paciente debe consultar con un especialista ante cualquier cambio en el color, la forma o el tamaño de manchas o lunares.
Respecto a esta última recomendación revisar la piel tanto de forma individual como por un médico es fundamental para detectar posibles lunares sospechosos. Normalmente los encargados de realizar esa vigilancia, a través de una exploración periódica de la piel, son los médicos de Atención Primaria.
Así mismo, la autoexploración de la piel es fundamental, varias veces al año, conociendo cómo son nuestros lunares sin obsesionarnos. Para las zonas con lunares a las que no llegan nuestros ojos debemos pedir ayuda a la familia o amigos.
Los principales signos que nos pueden poner en alerta se pueden observar utilizando las clásicas siglas del ABCDE en cada lunar (A. Asimetría; B. Bordes irregulares; C. Color, observar si el lunar tiene varios colores; D. Diámetro. sospechoso si mayor de 6 mm; y E. Evolución. Fijarse si hay cambios). También debemos consultar a nuestro médico cuando un lunar que ya teníamos empieza a picar, a dolernos o a sangrar.
Así que a la vuelta del verano no dudes en revisar tu piel, y continuar disfrutando de los efectos beneficiosos del sol durante el invierno siguiendo las recomendaciones como utilizar fotoprotector a diario.