No a la violencia

El 2 de octubre fue declarado Día Internacional de la No Violencia por Naciones Unidas. Es curioso que un día con un tema tan importante hacia un mundo mejor haya pasado desapercibido y no haya un apoyo institucional, político, social ni periodístico.

Desde luego nos consta que no es conocido por la población. ¿Por qué no interesa a nadie? ¿Sera porque se considera que existe una violencia justificada y otra que no lo está? ¿Sera quizá porque hay una violencia establecida por el mismo sistema a través del Estado? No solo hay una violencia física, también la hay económica, racial, religiosa, psicológica, moral y sexual.

Asistimos a una escalada creciente de la violencia agravada desde la invasión de Rusia a Ucrania. No parece que sea un conflicto que se vaya a resolver próximamente, y ello está motivando un crecimiento del armamentismo y de la inseguridad nuclear, recordando lo que fue la Guerra Fría del pasado.

No parece que haya progreso humano en esa dirección tan peligrosa. Tendríamos que ser las poblaciones las que tomáramos conciencia de que no queremos guerra y que no es el medio para resolver ningún conflicto. ¿Por qué se deja en manos de los Estados el decidir la vida o la muerte de los jóvenes, que son los que terminan muriendo en las guerras? Sería necesario que las personas pudiéramos decidir sobre nuestra vida. ¿Qué causa es mayor que la propia vida? ¿Cómo se puede atribuir el Estado la capacidad de decidir llevar a la población a ser carne de cañón? ¿Cómo tienen la desvergüenza de amenazar con utilizar armas nucleares?

Tenemos también un tipo de violencia religiosa en estos momentos muy claro en Irán, imponiendo a la población usos, costumbres, cómo vestir en nombre de Dios… a base de garrotazos y con una policía de la moral. Claramente repugnante.

Decididamente, tenemos unos gobernantes locos y no nos podemos dejar guiar por gente enferma, egoísta y que no les importa la vida de las personas. Más que nunca esta celebración debería ser la bandera de todas las celebraciones, pues para que haya progreso se tiene que avanzar y crecer en una sociedad que promueva una cultura de la paz y la no violencia como actitud personal y que eso genere una sensibilidad social de distensión y colaboración.


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