Como otros muchos cursos, comienzan los niños y los no tan pequeños las clases. Segundo curso pospandémico con mascarillas y medidas de seguridad, y con la esperanza de volver a la normalidad. Pero la situación no es la de hace un año. Es claro que estamos mejor, sobre todo si miramos el número de hospitalizados y de muertes.
En lo que no parece que mejoremos es en la atención sanitaria en general, ni en los centros de salud, dado lo escaso del personal sanitario y lo saturado en cuanto a los centros asistenciales.
Continúan las protestas por la falta de médicos en Abrantes. Y seguimos con las colas en el exterior de los centros de Primaria. Y por otro lado, aunque la vacunación ha ido creciendo y la situación no es tan grave, seguimos sufriendo restricciones de aforo, y en este marasmo de cosas están:
1. Las personas que no confían en las vacunas.
2. Otros que hacen campañas antivacunas.
3. El debate de estos momentos con los niños y los jóvenes, al ser personal de poco riesgo de enfermedad grave o muerte.
En los niños y jóvenes no se ve la necesidad de la vacunación, pues tampoco parece que esto ayude a no contagiar. Aunque, según las estadísticas, el número de contagios disminuye en general al estar vacunados, sean niños o no. Pero no parece que haya muchos estudios sobre el riesgo y beneficios en esta población. Aunque, como todo, es muy complicado. En esta ecuación, llega la variante delta y ya no queda claro si de esta variante protegen las vacunas, y no digamos de los contagios.
Resumiendo: estamos un poco perdidos. Es claro que todo este follón es como la vida misma, pero el caso es que la vida sigue su curso a pesar de las dificultades y, tal y como comenzamos en este escrito, empieza un nuevo curso y nosotros también, después del parón de las vacaciones estivales, volvemos a las preocupaciones diarias y a vernos con nuestros lectores. Esperamos que vayamos mejorando, y sobre todo que nuestros mejores deseos no falten. Se los enviamos a los vecinos y comerciantes, que tratamos de superarnos día a día.