Apostemos por la paz

Cerramos el último periódico del año 2022. Esperamos que el próximo año que nos viene lo haga con sorpresas positivas y no sobresaltos, como ha sido este que recién concluimos. Nos parece que el próximo número podemos hacer el listado de peticiones propio de un año nuevo que entra.

Centrándonos solo en nuestro distrito, en este mes podemos destacar que asistimos a la jornada sobre el yacimiento arqueológico de Carabanchel, de la que encontrarán una reseña en la página 4. También encontrarán noticias del inicio de las obras de prolongación de la línea 11 de Metro, de la nueva sede de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias que se construirá en los terrenos de la cárcel y mucho más; incluidas nuestras secciones habituales, por supuesto.

Y ya que diciembre está impregnado del espíritu navideño y ya ha comenzado con las luces que se exhiben por toda la ciudad, diremos en alto uno de los deseos: que concluya la guerra y el sufrimiento de los ucranianos, que cese la tortura a la que han sometido a la población civil y el sufrimiento de los soldados de ambos bandos en litigio.

Nuevamente haremos un alegato para declarar que no queremos guerra, que nadie gana. Y no queremos una escalada de la irracionalidad y de la barbarie. Tendrán que alzarse las voces de la coherencia, de la humanidad y del sentido común, que desde luego parece que es el menor de los sentidos.

La distensión y la búsqueda de la paz sería lo mejor para todos, y sobre todo para la gente joven y la población civil, que son quienes sufren más esa sinrazón, esa estupidez asesina. Llevamos más de nueve meses de conflicto, y las heridas no serán fáciles de curar en muchísimos años.

Apostemos por la paz, por la vida, y que de una vez por todas se obligue a los Gobiernos a firmar acuerdos de no agresión que puedan refrendar las poblaciones como logro y avance, patrimonio de la nueva humanidad.

No queremos amenazas nucleares y destrucción masiva. ¿Qué es más importante que la vida? Ampliemos el acuerdo que se ha mantenido hasta ahora de no utilizar armas de destrucción máxima a la no utilización de ningún tipo de arma. Y aunque se piense que es una utopía, hay que creer que la utopía es posible. Solo es imaginarlo y sentir la paz dentro de cada uno.


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