Ante la alerta sanitaria por el coronavirus, hemos visto cómo el Hospital Central de la Defensa Gómez Ulla era el centro de atención de los medios de comunicación. Con semejante emergencia, tendríamos que preguntarnos por otras que parecen no preocupar tanto, aunque afecten a millones de personas.
Por ello, no queremos dejar pasar la ocasión sin resaltar la “emergencia” que también supone los precios de los nuevos medicamentos y la falta de regulación de los mismos, siendo las multinacionales farmacéuticas las que fijan los beneficios en cada país de acuerdo con su capacidad económica o con el criterio de lo que se puede ahorrar. Por ejemplo, en la hepatitis C, con el Sovaldi, se compara con un trasplante. Entonces se fija un precio de más de 100.000 euros por tratamiento cuando el precio de coste no llega a los 100 euros.
Recientemente hay un medicamento que ha batido el récord de coste exigido: se llama Zolgensma. Ayuda a contrarrestar los efectos de la atrofia muscular espinal, y se ha establecido un coste de 2,1 millones de dólares por una inyección, mientras que su coste real no llega a 80 euros. Cabe destacar que la multinacional Novartis compró la patente, y resulta escandaloso que gran parte de los recursos, de 60 a 80 millones, fueran recaudados cada año en un programa de maratón en la televisión pública francesa. Estas investigaciones con ese dinero y la empresa Généthon, sin ánimo de lucro, posibilitaron la creación de este fármaco. Luego se proporcionó la licencia para comercializarlo a AveXis, que en 2018 fue adquirida por Novartis, quien ha fijado finalmente ese precio.
Es sonrojante ver cómo estas empresas, que juegan con la salud de las personas, con sus políticas comerciales están condenando a millones de personas al sufrimiento e incluso a la muerte, y sin embargo aparecen en los medios como garantes de nuestro bienestar, cuando en realidad lo único que les interesa son sus negocios lucrativos. ¿Cómo puede ser que los Gobiernos les permitan descapitalizar los recursos de la sanidad pública y convertir la enfermedad en uno de los mayores negocios?
Esperemos que, igual que se regulan otros sectores, también haya un límite a la hora de fijar los precios en unos artículos que son de primera necesidad. Entendemos que se podría y se debería establecer determinadas patentes como patrimonio de la humanidad y prohibir la especulación con ellas.