El día comienza en el colegio Lope de Vega con una canción, a veces rock, otras veces clásica, a veces suena una melodía relacionada con la fiesta que estén celebrando en ese momento. Los niños corren a sus aulas con sus compañeros y profes, empieza una nueva jornada escolar.
El ambiente por sus pasillos es cálido, alegre, incluso familiar, fruto del trabajo del equipazo que forma toda su comunidad. Claustro y familias miman un espacio tan importante para los niños del barrio como es su colegio. Ese esfuerzo se ve recompensado por la cantidad de premios y reconocimientos que han ganado, y sobre todo en la cantidad de solicitudes de matrícula, que aumenta cada año.
Pero no todo funciona bien en el Lope de Vega: el edificio está gravemente dañado. El equipo directivo ha informado en múltiples ocasiones a las Administraciones pertinentes para su pronta reparación, pero ahí siguen, y van más de diez años. Y no estamos hablando de una manita de pintura: inundaciones, váteres inutilizados, vigas carcomidas... Un suma y sigue de graves averías que la Administración negligentemente ha ignorado, excusándose en devaneos burocráticos y confusiones respecto a las competencias.
Esta situación es inaceptable en un estado de bienestar donde el Gobierno tiene que velar por la calidad de la educación pública. El Ayuntamiento ha destinado más de millón y medio de euros a mejorar las instalaciones de varios colegios del Distrito, entre ellos el Lope. Ya en otras ocasiones se ha invertido mucho dinero en el mantenimiento del edificio ineficazmente, realizando obras chapuceras, o en problemas que, aun siéndolo, no eran de primera necesidad. Esperemos que en esta ocasión el dinero se destine donde se debe, de la manera correcta y con los materiales adecuados, para que las obras sean disfrutadas por los niños durante muchos años y no solo lo justo para hacer la foto.
Una familia del CEIP Lope de Vega