El 19 de noviembre acudimos a la presentación del libro Feminismo bastardo, llevada a cabo en el E.S.L.A. Eko, de la autora boliviana María Galindo, quien, en compañía de la escritora española Cristina Morales, creó un ambiente de interrogación en el público, una especie de desestabilización emocional, que quizás nunca les haya sucedido.
María Galindo es activista cultural, grafitera, cineasta, psicóloga, anarcofeminista y cofundadora del movimiento Mujeres Creando. Autora de varios libros, entre ellos este último que tiene a sus lectores, sobre todo lectoras, dudando de sus propias concepciones feministas, patriarcales, sociales y culturales.
“Bastardo” es un hijo ilegítimo. Ese hijo, o hija, o hije, campea a sus anchas en la ilegitimidad y hace de esa condición una oportunidad. En estos tiempos fascistoides, de la “nueva normalidad” después de la dictadura de Coronavirus, la única salida para los cuerpos y las ideas es la ilegitimidad, según la autora, idea en base a la cual giró el acto de presentación.
María Galindo y Cristina Morales, auspiciadas por Traficantes de Sueños, se presentaron ante un público delirante y entusiasta que pocas veces se ha visto en este tipo de eventos. La boliviana, emocionada y llena de una energía renovada, explicó que la lucha social tiene que ser un paraíso donde quedarse. Que la lucha social no tiene que ser una escalera para subir escaños en la sociedad ni tampoco un lugar sacrificial donde te agotes, te canses, te vayas decepcionada y amargada o amargade de tantas broncas, odios y venganzas.
Explicó la también cineasta que su libro va de que la lucha actual no sea una lucha para caudillos. Feminismo bastardo es el pensamiento, el sueño e ideas y propuestas de María Galindo, que lo sostiene con su práctica. Es un pensamiento que llega a España sin autorización, porque la literatura no viaja del sur al norte en un orden colonial, porque estamos vetados y vetadas en los sures de este mundo, prohibidos de pensar por nosotros y nosotras mismas.
El esfuerzo de escribir no es banalidad ni producto de un regalo, argumenta la boliviana, pues antes y hoy nos quitan el lápiz, la hoja, te dicen que no puedes pensar. Pero la grafitera no va por el mundo como víctima de nada como lo hacen ciertas compañeras y movimientos sociales. Ella viene para responder sobre sí misma. Porque cuando surge algo nuevo, vienen los intelectuales de las universidades europeas y norteamericanas con preguntas extractivistas para ver si podemos sostener nuestros argumentos, porque son los argumentos que se están produciendo en el sur y que están llegando a Europa de contrabando. No solo del feminismo bastardo, sino de otras compañeras que están creando como autoras.
Explica María Galindo que esto de pensar y crear, de abrir un espacio y soñar, no es un acto individualista, tampoco es producto de una iluminación especial que tenga ella, sino que es fruto de una colectividad que genera condiciones de amor, de conflicto, de roces que producen prácticas políticas y además ideas claras y precisas. Una práctica, por ejemplo, es la de atender a más de 4.000 bolivianas tanto en la Paz como en Santa Cruz, pero no es un simple apoyo jurídico, sino sacar a flote las violencias machistas del ámbito policiaco judicial, para intentar producir otras formas de justicia.
Y todo esto funciona, según la autora. La lucha contra los fascismos es la lucha para que las guaguas (niñas) se apropien de sus cuerpos. La lucha es contra los argumentos que utilizan para divinizar a la familia y demonizar los feminismos y sus luchas, para demonizar las visiones trans. Contra esos fascismos no nos ponemos en una plaza pública a gritar “abajo el fascismo”, porque no somos capaces de perder las energías de nuestro tiempo. Nosotros hemos hecho dos trampas, argumenta la escritora, que también se venden como pan caliente: dos libros, uno para chicos y otro para chicas. Creyeron que es el binario masculino y femenino, pero cuando los abrieron era algo más complicado. Un manual de instrucciones para guaguas de 15 a 99 años, y no pedimos permiso al Gobierno. Sin embargo, hemos retado al Ministerio de Descolonización, Despatriarcado y Cultura de Bolivia a presentar este libro como una deuda histórica con los cuerpos. No obstante lo hemos hecho para que nos digan que no y nosotros poder decir que no son capaces. Que no les interesa responder a la sociedad. Entonces los vendemos.
Como una alternativa, en últimas, solo queda el feminismo intuitivo. Es el resumen de todo. Y lo intuitivo es lo bastardo, ese lugar desde donde uno se piensa no como trans, feminista, hombre, inmigrante, pobre o rica. Es un sitio desde donde una y une puede pensarse sin ninguna atadura.
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