Al igual que en la web, posiblemente lean en este periódico la siguiente descripción sobre la reforma de las plazas de la Emperatriz y 6 de diciembre: “ha supuesto importantes mejoras de accesibilidad y la renovación de todos los elementos de urbanización”. No entraremos a valorar la estética artística. Tampoco la vegetación, nueva o existente. Hablaremos de accesibilidad.
Centrados en la plaza de la Emperatriz, la vecindad habitual del centro histórico recordará que el lugar anterior era un espacio con diseño de la segunda mitad del siglo XX: una explanada pavimentada plana, rodeada de parterres y árboles para apartarla de las calles. Como están a diferentes niveles, los accesos eran por escaleras.
En definitiva, la plaza anterior era un “muro” para atravesarla. La accesibilidad y cruce para personas de movilidad reducida, incluyendo las ancianas, estaba casi vedada. Y no hablemos de desplazarse hacia la plaza 6 de diciembre o la estación de metro.
El proyecto de las nuevas plazas ha resuelto esta cuestión. La conexión accesible entre la plaza y su entorno ha sido un éxito, logrando la continuidad peatonal desde la 6 de diciembre y el metro. Pero, y aquí llega el pero, ¿de verdad son accesibles estas plazas? No.
Las rampas, con barandillas, garantizan la movilidad de fuera a dentro y a través sin ayuda para casi todos. Se garantiza que las personas invidentes sepan dónde está la plaza. Casi todos los accesos, menos el de la foto, están señalados con el necesario pavimento podotáctil. Pero… ¿y si quieren entrar? ¿Cómo recorren un espacio abierto? Para eso ya existen los itinerarios peatonales accesibles (IPA).
Ya conocemos las líneas de pavimentos que señalan recorridos en las aceras y facilitan la localización de los cruces. Sin embargo, el derecho a circular dentro de los espacios públicos urbanizados se está abriendo camino, a nivel normativo y en los proyectos. Así, la reciente remodelación de la plaza de España ya contemplaba los IPA dentro de sus recorridos. Esta plaza pasaba a ser la primera en Madrid “más” accesible. Sin embargo, se cometieron importantes errores, que fueron denunciados y convenientemente subsanados. Si quieren entender de verdad lo que suponen los IPA, les recomiendo que se acerquen la plaza de España y vean esos trazados guía.
Para los arquitectos urbanistas, verse obligados a integrar los IPA en sus diseños del suelo supone un shock, pero serán los primeros en asumirlos como un desafío absolutamente necesario para reducir la discriminación de uso y disfrute de los espacios públicos por motivos físicos.
Mientras tanto, los invidentes que se paseen por el nuevo centro histórico de Carabanchel Alto tendrán que hacerlo a su riesgo, en un espacio aparentemente caótico con los diferentes suelos, el mobiliario, los bancos de granito, las farolas, los árboles, etc. Tendrán que volver a vivir el desasosiego de los obstáculos inesperados.
Nos gusta el nuevo centro y sus espacios públicos. Pero más accesible siempre es posible.
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