ESPAÑA SE ENFRENTA A LA “NUEVA NORMALIDAD” PRODUCTO DE LA DESESCALADA DEL CONFINAMIENTO POR EL CORONAVIRUS

Siempre habrá un antes del COVID-19 y un después. El camino está señalado. Volver a ese antes será una aspiración al que intentaremos retornar lo más pronto posible, depende solo de nosotros.

Es horrible los que estamos viviendo por estos tiempos, esencialmente como humanidad. Hoy por hoy nos hallamos enfrentados a un cambio de época, quizás seamos testigos del fin de una era. La “nueva normalidad” acabara con nuestros hábitos pasados y por ende entraremos de lleno en la modificación inclusive de nuestras costumbres, usos y tradiciones.

Con más certezas que dudas estamos ante la constitución de un nuevo escenario que será el “nuevo” cimiento de nuestra convivencia básica. Lo hemos sentido en nuestras propias carnes, el enemigo que estamos enfrentados invisible y todavía invencible ha arrancado de nuestras vidas la “naturalidad” de las cosas, la espontaneidad, en fin; eso que llamábamos calor humano.

El Coronavirus ha condicionado el después de la pandemia. La “nueva normalidad” estará sustentada en la distancia, la disciplina y la desconfianza, este comportamiento regirá la manera que actuemos como humanos de aquí para adelante, unos modos de comportamiento diferentes, cuyo único fin será evitar ser contagiados.

¿Qué hará entonces la sociedad? De principio normalizara el distanciamiento mientras no exista una vacuna. Aunque no está del todo claro; se conjetura que se podrán repetir las cuarentenas si arrecian los contagios producto de la irresponsabilidad y el abandono de gran parte de la población de las medidas de protección que previenen el contagio.

Debemos asumir como especie que la pandemia exige una gran dosis de disciplina y que si no se respetan las medidas que se han tomado para vencer el virus todo lo conseguido durante este tiempo será absolutamente vano. Un error nos llevaría indefectiblemente hacia un futuro lleno de incertidumbre, condenándonos a un encierro prolongado como única arma para combatir el virus. Es decir; a la soledad existencial como modelo de vida.

Estas situaciones adversas modificaran nuestros hábitos y comportamientos y la desconfianza hacia el otro formara parte de nuestro día a día, convivirá entre nosotros. Las miradas de reojo al del lado acentuaran las diferencias degenerando –en muchos casos- aunque no son excluyentes,  en incidentes racistas y xenófobos, responsabilizando injustamente de la propagación del virus a los inmigrantes y estigmatizándolo. El extraño que se sirve los alimentos a lado será potencialmente un sospechoso, un factor que podría contener y expandir el virus. La cercanía será parte del pasado.

Todo cambiara. La visita al restaurante preferido, tomar cañas mirando un partido de futbol. Imagínense por un momento un clásico del futbol español entre el Real Madrid y el FC Barcelona, con el campo desierto y con graderías vacías. O que en el bar de toda la vida los aficionados estén distanciados por  metros y por mamparas protectoras anti contagio de metacrilato, algo impensable en enero de este doloroso 2020.

La “nueva normalidad” ya se instalado en nuestras “nuevas vidas” haciendo irreconocible la anterior. La nueva contara con la ayuda inestimable de un poderoso aliado: “el miedo” que llega para quedarse. Nuestras vidas después del coronavirus nunca  más serán las mismas, la del –antes- será un recuerdo imborrable, un sueño del que no podemos despertar aun.

 


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