Parece ser que estos tiempos modernos lo atropellan todo, por las prisas y el lucro, al levantar bloques de viviendas sobre palacios y conventos históricos como los que habitó la emperatriz Eugenia de Montijo, y también contigua a estos terrenos se alzó la famosa cárcel de Carabanchel, que se pudo construir en otro terreno y no casi encima de la iglesia románico-mudéjar Nuestra Señora de la Antigua, que data sobre los siglos XII o XIII. Luego se intentó enmendar el desatino derribando la fea cárcel, que no encajaba con el panorama.
Por fortuna, se salvaron de la piqueta asesina villas históricas de abolengo, como por ejemplo la Colonia de la Prensa, pero sobre todo se libró la Quinta de Vista Alegre, un recinto soberbio con edificios entre jardines y paseos arbolados encantadores, sede de aristócratas como el marqués de Salamanca, que aquí falleció.
Este lugar de Carabanchel, cerrado al público durante mucho tiempo, nos evoca tiempos pasados de capa y espada. Pero lo mejor es que hoy los madrileños podemos al fin pasear entre verdores por este oasis que es la Quinta de Vista Alegre.
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