Parece ser que no se recuerda un verano tan caluroso como éste, según dicen los expertos. Pero ya hemos pasado lo peor, suponemos, por lo menos de momento…
Donde la temperatura sigue subiendo es en el escenario político, que no termina de aclararse… O es al revés, pues las relaciones entre los distintos partidos parecen enfriarse cada vez más incluso entre los teóricamente llamados a sintonizar en un mismo programa.
Vivimos en esa indefinición y falta de gobierno, o desgobierno, pues el tema de la comunicación entre estos políticos parece un poco complicado. Aunque ya nos vamos acostumbrando a la incertidumbre, a que la temperatura siga subiendo. Y el clima político también sube.
Es muy difícil ponerse de acuerdo, y eso ocurre también dentro de las diferentes formaciones. Parece que tampoco se entienden entre ellos: cada uno tiene una idea de cómo deben ser las cosas, y las normas cambian de un Gobierno a otro.
Ya desde el primer momento, Madrid Central fue parado, los semáforos de la A5 apagados, las subvenciones puestas en el punto de mira…
Y en Carabanchel, ¿van a dejar de funcionar las bicicletas en la avenida de Oporto? Aunque la verdad es que circular, circulan poco. No sabemos en qué se notara el cambio de gobierno en Carabanchel. Esperamos que nos lo aclare el nuevo concejal del Distrito, y que pueda escuchar a todos los vecinos independientemente de a quién hayan votado. Este ejercicio de hacer política de verdad, con mayúsculas, sería bienvenido. Desde luego, hay cosas que mejorar en la limpieza, en los servicios y en atender a las necesidades de los vecinos. En el sur de Madrid hay menos recursos, y por tanto habrá también que aprender a escuchar, cosa difícil, pues las personas no estamos acostumbradas a escuchar a otros. Más bien nos escuchamos a nosotros mismos, y a veces ni eso.
En resumen, esperamos seguir avanzando en este distrito tan rico en diversidad y seres humanos. Felices vacaciones, vecinos. Nos vemos en septiembre, con las pilas bien cargadas.