El 2 de octubre fue declarado en 2007 Día Internacional de la No Violencia. Queremos resaltarlo en nuestro periódico, pues parece que dicha efeméride no es de interés para ningún otro medio. ¿O solo nos vamos a preocupar de las situaciones de violencia cuando hay muertos o cuando se ejerce con determinados sectores de la población?
Existe una violencia silenciosa producto de la soledad, de la falta de futuro o de vivir situaciones de desesperanza, explotación, discriminación, etc. Hay violencia producto del abandono, de la injusticia… Si no, ¿cómo se entiende el número de suicidios que hay en España? Son más de 3.000 al mes, más de 30.000 al año. Y según el Ministerio de Trabajo de enero a mayo de 2020 hubo 223 accidentes laborales con resultado de muerte, aumentando con respecto al año pasado, y eso que estábamos en pleno confinamiento. ¿Qué recursos se destinan a comprender por qué se producen estas situaciones e intentar solucionarlas? ¿O es que el simplismo en el que estamos instalados piensa que la violencia tiene ideología?
Desde luego, no creemos que nadie sea ajeno a las situaciones de violencia, pues es algo cotidiano. E incluso cultural: se ensalza la violencia y se justifica en determinadas circunstancias. Hay que aclarar que cuando se habla de violencia no solo se trata de la física: también la hay económica, psicológica, racial, religiosa, moral, sexual… Si no hay futuro y fe en las posibilidades de mi vida, habrá temor, y ese temor genera sufrimiento, y por tanto violencia. Está dentro de cada uno, y es desde dentro que se debe superar la frustración y la venganza.
Cuando, en el mito de Prometeo, Pandora abrió la caja que le regalaron los dioses, salieron de ella las guerras, las plagas, la enfermedad, la muerte, el sufrimiento, la violencia. Cerrándola de inmediato, solo quedo dentro la esperanza. La esperanza es lo que tenemos para otro tipo de mundo y ser humano sin violencia, pues no creemos que la violencia sea innata. Es intencional, y se puede cambiar la dirección.
FOTO: Non violence sculpture. AUTOR: Carl Fredrik Reuterswärd (Malmö - Suède)
