Nuevo año, y según se dice: “año nuevo y vida nueva”. Esperamos que sea un buen año para nuestro barrio, aunque la coyuntura del mundo no sea muy buena, pues continuamos con las guerras y conflictos, y este año además tenemos la monstruosidad de la guerra de Gaza.
La violencia es una espiral sin fin, y la rueda de la venganza no hay modo de frenarla. Qué difícil es poner una visión humanizadora y entender que los conflictos no son buen negocio. Desde luego, en la dinámica de las empresas armamentistas, es seguro que su crecimiento y ganancia tienen que ver con tener siempre conflictos activos.
Es seguro también que, aunque parezcamos estar lejos de los conflictos, la verdad es que en este mundo interrelacionado nos afectan directamente: no es posible que la violencia quede aislada en un lugar en concreto. Por ello es tan importante fomentar una cultura de la no violencia. Parece ser que solo se ve la violencia cuando se llega a la violencia física. Pero también hay una violencia económica, psicológica, racial, religiosa, moral y sexual.
También la no violencia tiene su metodología y procedimientos. No es pasiva: no es dejarse agredir, quedar impasible ante la violencia. La no violencia opera con el vacio, con la no cooperación con la misma, con el repudio y la denuncia, y como claros ejemplos de esta cultura y forma de proceder tenemos algunos muy conocidos: la lucha por los derechos civiles en los Estados Unidos de América de Luther King, o la independencia de la India, liderada por Gandhi.
Es claro que en la no violencia se necesita un gran nivel moral y de conciencia en la población, en la que no se trata de destruir al agresor, sino de integrarlo en una postura humanizadora. Es hacerle comprender su debilidad y que es presa de su propio temor y sufrimiento.
La violencia es un comportamiento y respuesta que surge de la debilidad y nos cierra el futuro, y algo que hay que superar. Por eso es necesario otro nivel de conciencia, otro sentir, en el que se trata de que los supuestos enemigos no sean tales, sino víctimas de una cultura, la nuestra, en la que la venganza se ha puesto como una obligación ante la injusticia y el agravio. Pero esto hace que la rueda de la violencia no cese jamás.
Pediremos que el año nuevo nos ayude a superar la venganza y los bandos, y poner una mirada humana con la metodología de la no violencia, que falta nos hace.