El pueblo peruano se sumó la semana pasada a los países Latinoamericanos que luchan contra las nefastas políticas neoliberales que han sumido a la región en una pobreza galopante en el 90% de su población. Prácticamente en todas las ciudades del país hubo manifestaciones en protesta por la destitución del presidente Martín Vizcarra, que a su vez había reemplazado a Pedro Pablo Kucynzski, elgido popularmente en 2016, y quien renuncio por escándalos de corrupción con la constructora brasileña Odebrecht.
A Vizcarra lo reemplazó Manuel Merino, un político de ultraderecha, y fue entonces cuando estalló el pueblo peruano y se tomó las calles durante 5 días seguidos, hasta obligarlo a renunciar. Lo hizo, pero después de ordenar violentas represiones contra los manifestantes que se saldaron con dos muertos, más de 90 heridos y varios desparecidos.
Este lunes el Perú amaneció sin presidente. A marchas forzadas, el congreso designó al centrista del partido Morado Francisco Sagasti, que es desde ayer en nuevo presidente de Perú. En 8 días, tres presidentes han ocupado el palacio presidencial y aún no está claro si es el fin de caos.
Los manifestantes, cansados de todos estos entresijos de los políticos, han convocado al pueblo a una huelga general que iniciará el próximo 28 de noviembre y han incorporado a sus exigencias no solo el juicio por corrupción a expresidentes y congresistas (68 de ellos podrían estar inmersos en delitos de corrupción), sino la redacción de una nueva Constitución Nacional, tal como en su día lo exigió el pueblo chileno.
De esta manera, Perú se suma a Chile, Ecuador, Colombia, Honduras, Haití y otros paises de la región que se han rebelado para que sus gobiernos den por terminado el ciclo neoliberal que los ha dejado en la misería.
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